
Al igual que en toda Cantabria, el culto al árbol esta presente en nuestra Villa. Son muchos los ejemplos de airosas palmeras, soberbios eucaliptos y frondosos pinos que viven y hermosean los numerosos jardines de las mansiones Nojeñas. Merecen la pena destacar un Tejo excepcional en la finca de Arnáiz, un Choemociparis y un Tilo en el jardín de Garnica, un soberbio Magnolio y una vieja y crecida Encina en la casona de Venero.
La Encina
Pero hay dos ejemplares que además de estar catalogados en el registro de árboles singulares de Cantabria, tienen su propia leyenda.

La Macrocarpa

Es conocido también como el árbol gordo o árbol de los culos. Dicen que quien se acercaba a él con aviesas intenciones, era detectado y tragado por el árbol. El hecho es que cerca de su base se ven numerosos bultos cuya forma recuerda a la posaderas humanas.
Consultado el propietario de la finca, opina que es una leyenda sin fundamento, y que el nombre procede, más bien, de la afición de los vascos a las apuestas. Tres o cuatro amigos apostaban sobre la medida de su circunferencia y como no llegaban a abarcarlo con los brazos se quitaban los cinturones para aumentar el perimetro. Más de alguno al encontrarse sin sujeción en la cintura dio con los pantalones en el suelo, y de ahí el nombre.
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